EN EL SENO

DEL PRINCIPIO

 

Y el Omnipotente pudo.

Y lo podido reveló al que pudo.

El Poder testificó de Sí,

y el todo fue podido.

 

El todo testificó de la plenitud del que atribuye,

y el atributo fue destello del que pudo.

Y el destello era Luz,

y la Luz era Gloria,

y la Gloria era Vida eterna y engendrada,

y cual engendrada sin principio,

entonces, sí, substancia;

y en la substancia, Imagen.

La Imagen engendrada,

inmanente y sin principio,

el Rostro del Omnipotente.

 

Y la Gloria compartíase en el Seno bajo el sello;

y por decirlo así,

una costilla le cubría.

 

Y el Poder operó,

y he aquí, nos movemos tras Su operación.

Y por Su Logos, eterno y engendrado,

el todo fue podido del Creador.

Y el Logos hubo hablado,

y Su ejército podido.

El universo fue podido,

el invisible y el visible,

y el Hombre fue podido;

y los que después pudieron,

pudieron porque fueron

ellos mismos, sí, podidos.

 

Y el Omnipotente Mismo se posee desde Sí,

y se revela,

y camina,

respira,

se regocija en el júbilo de Su absoluta libertad.

 

El misterio de Su Ser emitía susurros


cuando todo era obscuro,

cundo todo era nada.

Y cuando era de noche,

Su Ser se movía y palpitaba

como escondido en Sí.

El Eterno palpitaba.

El Inmutable se movía.

El Altísimo velaba y conocía;

era como si esperase para hablar.

Y esperaba con amor,

sin esperar.

 

El Altísimo callaba,

porque calla cuando ha de callar

y habla cuando quiere hablar.

Aunque en Sí mismo hablaba,

para nosotros callaba.

Calla cuando quiere;

enmudece de Sí.

Y habla cuando quiere;

y cuando habla, habla de Sí,

porque conoce,

porque puede,

porque está,

y así es.

 

Y cuando calla reposa,

y cuando habla, Su reposo habla con Él.

De Él terstifica porque Suyo es el Reino.

Por Él opera porque Suyo es el Poder.

Para Él participa porque es Uno y es Padre;

es Uno con Su Hijo,

y es Uno con Su Espíritu.

Suya, de Dios, es la Gloria;

Suyo es el derecho porque todo lo pudo.

El Reino, el Poder y la Gloria,

la Raiz, la Savia y el Fruto

del Árbol de la Vida.

 

Y el Fruto es pan del inocente

que recibe la gracia de la Savia.


Y la Savia es mediadora.

 

La Raiz,

desde la Semilla eterna de una Voluntad eterna,

promulgó al Árbol de la Vida.

 

Y la Semilla eterna

conservaba el germen de la Vida eterna.

Y era ese el misterio de la perpetuidad;

la eternidad del Ser que da.

 

Y el Omnipotente pudo,

y lo podido reveló al que supo.

El todo podido

reveló una parte de lo conocido;

y el todo conocido pertenece al Omnisciente.

 

Y el Omnisciente se conoce

también a Sí mismo y en pleno.

Y Suya era la Mente,

Imagen Suya y Gloria,

Igual a Dios, Persona,

el Hijo cual Persona,

el Verbo que antes era, y es, y que será.

Pues si personas fueron

algunos de sus destellos creados,

persona habría de ser

El que dio a reflejar.

Si personas descúbrense

los que descubren,

persona habría de ser El que dio a descubrir.

 

El reflejo anunció lo reflejado

y la parte anunció al todo,

y el todo Al que lo supo y pudo.

 

Y sobre la parte operaba la influencia del todo,

porque fue Uno El que lo supo y pudo.

La parte, pues, testifica del todo,

como el iris del ojo del estado del cuerpo.

Y en la oreja se lee lo que pasa en el resto,


y las agujas punzan donde han de punzar.

Y leen los hombres en las manos

y en el rostro leen,

y leen en los pies,

y leen en la frente,

y en muchas partes leen.

 

Y cuando se vierte el gene,

se virtió la especie;

y en la especie viene de la vida su cual.

Y por la vida corre Aquel que la sustenta,

y aunque es Otro, sinembargo sustenta,

vivifica, condesciende y soporta.

La voluntad de Dios es amor condescendiente,

la Fuerza de las fuerzas,

el Gran Rey cual Persona,

el Altísimo.

 

Destellos, pues, del Eterno

testimonian del que en todas partes está,

el Omnipresente.

 

Y el Omnipotente pudo porque dio para estar.

Y está el Omnipresente en lo que pudo,

y en lo que supo estuvo,

y en lo que sabe está.

Y todo lo que sabe lo sabe desde Sí,

y nadie se lo cuenta.

Al todo atribuyó.

Atribuído es el todo;

atribuído del que lo pudo.

 

Y porque el Alto pudo,

el Alto es;

y porque es, está.

 

Y la Fuerza era,

y las fuerzas fueron;

y estuvieron las fuerzas allí donde estuvieron.

Y fueron las fuerzas respuestas obedientes,

del Eterno atribuídas,


de Su Voluntad vivificadas.

Y esa Voluntad se conocía a Sí,

y estuvo en lo que quiso,

y en lo que quiere está.

 

Conoce también lo que reprueba,

y no lo reconoce;

ejercita paciencia y lo soporta,

soportando hasta el dia en que revelará

lo que aborrece y odia,

lo que repruebe;

mas espera para mostrar Su ira.

Con Su sentencia se dará también a conocer.

Y ese dia que tan sólo Él conoce

nos lo muestra viniendo,

viajando por los hilos del tiempo,

trayendo el sonido de Su libertad de Ser.

 

Y escogió Dios partuicipar,

participarse todo;

amarnos como al Hijo,

amar, de Sí entregar.

Que se pueda así como Él pudo;

que se conozca así como Él supo;

y que se esté donde Él está.

Y se entregó en el Hijo;

en Él y por el Hijo.

 

Y de Dios éste Hijo

se encaminó al calvario

y se entregó en la cruz

para llenarlo todo,

para brindarlo todo,

cual carne y pan, comida,

cual sangre y vino, celestial bebida,

humanidad gloriosa compartida,

Divinidad humanizada, asimilada,

y tras resurrección envió Su Espíritu,

derramándolo todo,

tomando de lo Suyo y repartiéndolo;

dándonos lo que pudo,


lo que supo y donde estuvo.

Y ya no somos muchos, aunque muchos,

sino que somos Uno.

Y con Él somos Uno

y el Uno está en los muchos.

 

El Inmutable es;

se mueve donde está;

palpita en Su reespiración.

Esencialmente es,

eternamente está.

Y hace existir lo que de Suyo da.

Y como Libre respira,

y como Libre exhala;

y cuando exhala ama

y cuando exhala juzga.

Ama y juzga.

Cuando escoge ama,

y cuando ama perdona,

y cuando ama guarda.

Y cuando guarda

es porque también reprueba.

Cuando reprueba advierte,

y entonces espera y calla.

Soporta con paciencia y acumula.

Los que tuvieron ser no deben pervertirlo,

porque no escaparán al dolor del torcido.

¿Cómo escapar dEl que ama?

El ser que ha sido amado

solo puede sufrir cuando se aleja.

Sufre porque es amado y a ese Amor desecha.

La Luz Pura desecha y bebe obscuridad.

Su ser, que era un regalo,

arranca del estado de su felicidad

aquel que al Señor deja.

LLamado fue a la vida y creado de la nada;

a la gloria invitado, pero se rehusó.

¿Cómo podrá escaparse si estaba diseñado

para un Amor eterno ahora olvidado?

Vagará en el absurdo,

sufrirá en el tormento,


odiará lo que busca porque era para el cielo,

y ahora lo que encuentra, solo oropel, estiércol,

recordarale siempre su esclavitud buscada;

creatura de la nada que así se corrompió.

 

Cuando el Señor reprueba,

advierte y después calla;

espera y acumula de fuego eterno ascuas.

Como si grita y clama,

cual mujer que está de parto;

Omnpotente clama,

y cuando clama engendra,

y cuando engendra estalla;

estalla lo que mata y lo que mata deja;

deja lo que Le deja;

lo que a pesar de Su amor,

por mal le deja.

Entonces con justicia es que mata,

y a Su pesar lo mata.

Y mientras mata guarda,

y mientras guarda ama,

y siempre está presente,

así sea cual justicia.

Y así es.

Porque ama reprueba

y el infierno es amor que reprueba,

que no dice amén a la monstruosidad humana

mas que le acerca por lo menos la justicia

ya que desechó la gracia.

A no todos, pues, mata,

sino que como ama, escoge y guarda.

Y cuando mata y guarda

revela lo que quiso desde Su libertad.

Lo que reprueba Él mata;

lo soporta y lo mata;

lo pesa en Su balanza

y lo que sentencia mata.

Y mata porque guarda

lo que escogió para Sí.

¿Y quién le impedirá?

porque no hay nadie más.


Ocultábase Uno Sólo bajo el sello;

Uno Sólo callaba cual Simiente eternal;

Uno Sólo prohibe lo del bien y del mal.

Y en Su fidelidad diseñó a la inocencia;

y ésta era semejante.

Imagen, semejanza, espejo a reflejar.

Cuando no había culpa

preparó una moral en libertad.

La libertad fue amor, participar;

matrimonio perfecto a realizar.

Y el Hombre es la escogida,

el Hombre la casada,

el Hombre la querida y perdonada,

un óvulo para Su misericordia

que ya estaba guardada,

siempre lista y preparada

desde la eternidad.

 

Empero la simiente

de la astuta serpiente

conocerá el divorcio;

permitiósele un dia adulterar, perversa,

que entonces se conozca de Dios la Santidad;

la Santidad escogida desde la eternidad.

 

El Fuego de esta Gloria

a la vanal serpiente

un dia consumirá.

¿Y qué dirá?

su canto es un lamento;

no halló felicidad.

Por siglos de los siglos se atormentará.

Dragón que en el abismo escogió su morada

fue el padre de esos hijos de locura insensata;

quisieron el espanto

y el espanto ha venido a recibirlos.

Aunque ilusos quisieron

cambiarle el nombre a los abismos,

a los abismos mismos

no pudieron cambiar.

Tan solo con palabras


no se puede trocar

la horrenda consecuencia

de fatal realidad.

Conocieron, quisieron,

entonces a enfrentar.

 

Esta es, pues, la historia

como de un caballo blanco

que viene cabalgado

desde la eternidad.

Un jinete invisible le alimenta,

un jinete invisible guiando va.

El jinete invisible en el visible va:

el Logos engendrado desde la eternidad.

De Dios la Plenitud del Atributo Excelso

engendró ante Su espejo a Aquel que le es Igual,

y exhalándose Mismo como Amor allí estuvo

compartiendo la Gloria que le es esencial.

 

El Dios invisible se reveló en Su Imagen

y era el Verbo que como Primogénito

rasgó la oscuridad,

alzándose en Su nombre

para con Él crear.

Su corazón cargado de todo Su Poder

y un misterio secreto y glorioso por traer.

Un fiel motivo eterno le movía.

Desgarró el sello el Altísimo

y el velo de Su Ser comenzó a descorrer.

Y era Uno, el Padre,

con Él también el Hijo

y el Espíritu Santo.

Creación bajo el manto;

nido de amor y reino.

 

La nada fue vencida en el principio

porque tan solo era el silencio del ser

mientras estaba oculto callando bajo el sello.

La esencia operó en la costilla

y la existencia nació cual mujer.

Y era Uno Sólo el Ser Divino, y Uno es:


el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo;

pero tenía un motivo: se quería casar,

engendrar muchos hijos para participar

de ese Amor tan profundo que de Su intimidad

la plenitud mismísima quisiéranos brindar;

derramarse en el vientre de Su Gloria,

preñarla de la Suma de Sí,

y así entregar eternamente,

sí, cual respirando siempre,

el reposo de la realización.

 

Y fue la realidad la hija de la dicha del reposo.

Y el reposo satisfecho satisfizo.

La Voluntad vivificante se derramó en deleite

y la esposa viviente, su costilla de antes,

nada por el Eterno amada,

descansó en el reposo derramado.

 

Y el Logos, Atributo eterno y engendrado,

de la Divina Especie conteniendo en sus lomos,

habló, mandó, ordenó,

con plenitud y fuerza,

y una vez más la tierra fue segura testigo

de una nueva creación.

Y muriendo ella misma abrasada de un fuego,

volverá placentera a ser como el Edén.

 

La Vida se esparció en destellos

y el Uno se representó.

El Poder invisible regalado en el Logos

actuó cuando Él habló

y el efecto visible

correspondió obediente

a la Causa Viviente;

sí, con fidelidad.

El Poder de la Causa fortaleció al efecto

y el poder del efecto se llegó a difundir

y enredose en los ciclos de la perpetuidad;

ya nunca cesará, mientras mi Dios lo quiera.

Se difundió el poder en dimensiones,

y en cada dimensión estaba Dios, y está.


¡Personas!, ¡maravillas!,

¡hermosísimas joyas del arte espiritual!.

De la fuente del Logos salieron como arroyos,

volando serafines, brillando querubines,

arcángeles y príncipes, y de ángeles millares,

y aunque cual llenos mares,

cada uno por nombre,

fue querido y amado, como todos llamado

a vivir, a gozar, también participar.

Océanos cantantes

que elevan su alabanza

como nubes del cielo

y derraman cual lluvia

todo el ser y el sentido

a los pies dEl que merece

suprema adoración.

 

El ciclo del amor cantaba ya,

y en cada dimensión un ciclo.

Y ciclos hubo grandes y pequeños

de seres y de cosas.

Ciclos de colores hubo

y de notas musicales;

ciclos de canciones perpetuas

y de canciones nuevas.

Ciclos de sentimientos

en gamas de virtudes;

ciclos de pensamientos

en comunión de gratitud.

Y la razón de existir

era fuerza en los ciclos

de los entendimientos.

Y ciclo de concienciass hubo.

Y casábanse los ciclos en las puertas

y por las puertas besábanse las dimensiones.

Todo fue participar.

El amor llenó las fibras

y fue así desde que el mundo fuese,

aunque no se supiese que Dios sabía ya

que en un triste momento Luzbel iba a fallar.

 


Detrás de la belleza original callaba aún en Dios

una gracia infinita y compasiva.

La misericordia redentora

como si durmiera esperaba;

la paciencia esperaba, aunque era;

y la justicia todavía habría de resplandecer.

Era bello todo lo revelado,

pero una belleza nueva guardábase el Eterno.

 Con el Señor Jesús apareció el Nuevo Don.

 

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Gino Iafrancesco V., 1977, Tobatí, Paraguay.

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