Conte

ESPERARÉ

EN LA PUERTA

 

 


Esperaré en la puerta;

yo sé que se abrirá;

porque Él es bueno se abrirá,

porque Él es santo se abrirá.

Esperaré en la puerta

y se abrirá.

 

Mi alma lo sabe muy bien,

Señor,

que dependo de Ti.

Mi alma te espera, Señor;

ten misericordia de mi.

 

¿A quién otro buscaré?

¿en quién otro esperaré?

La ilusión de mi mismo

yo sé que he de apartar.

Respiro delicado

para no herir,

no ofender.

Permanezco callado

esperando aprender.

 

Y mi silencio habla;

se eleva cual vapor;

estoy anonadado,

esperando,

Señor.

 

Cuan triste es el pecado;

no tanto en los que vi,

sino el que en mi,

siendo amado,

yo mismo cometí.

Cuan triste es el pecado;

no miro a los demás;

a mi mismo me miro;

cuan triste es en verdad.

 

Ya sé por qué las aves

tan llenas de cantar


pasan sin advertirse

al que no sabe amar.

Ya sé por qué las flores

con todo su esplendor

no conmueven el llanto

de un duro corazón.

Ya sé por qué los hombres,

los hombres como yo,

causan tantos dolores;

¡causo tanto dolor!.

 

Nací como una espina;

¿qué más puedo esperar?

que pronto en el Milenio

me vuelva un arrayán;

y en vez de estar hiriendo,

punzando a todo dar,

que entonces a mi sombra

se pueda descansar.

 

Esperaré en la puerta;

yo sé que se abrirá.

Porque Él es santo y bueno

la puerta se abrirá.

 

 

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Gino Iafrancesco V., 1976, Asunción, Paraguay.

 

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