CAPITULO 5

 

LA PROBLEMATICA DE LOS FOSILES IMPUTADOS A LA

 

SUPUESTA ASCENDENCIA HUMANA

 

 

Concordante con la declaración y la cronolo­gía fundamental de las escrituras sagradas ju­deocristianas. El Verbo de Dios, testigo y ve­hículo de la creación, que se reveló a los hombres en carne y resucitó históricamente citando así el Génesis, crey15 en la historici­dad de toda la escritura y la confirmó así. Yo creo también. Y pensar que la geología tan vapuleada por el catastrofismo, la distor­sión estratigráfica y el vulcanismo, es la in­cierta y endeble base sobre la que descansa el círculo vicioso de interpretación paleonto1ógica, que al fin y al cabo es la única suposi­ción dizque firme del evolucionismo, falso sustento del materialismo dialéctico.

 

Puesto que el sentido común y la obser­vación del mundo que nos rodea nos muestra la vida perfectamente diferenciada en géne­ros y especies y naturalezas, nos muestra también la ausencia de formas intermedias entre género y género, es decir, géneros en transición, entre la multitud de seres vivos que hoy existen, los hombres se han tenido que volcar a un supuesto pasado remotísimo donde se supone ocurría lo que normalmen­te no vemos que ocurre hoy a nuestra vista. Así surgió la fe evolucionista suponiendo que las formas de transición que no vemos hoy y que están ausentes entre los géneros a pesar que los géneros mismos si están presen­tes, las formas de transición, decíamos, que no se hallan en la realidad presente, se imagi­nan en el pasado, al cual se hace exagerada­mente remoto para poder acuñar la explica­ción de los innumerables millones de mila­gros requeridos para las supuestas transicio­nes. Comenzó entonces la codiciada cacería de registros fósiles y entre el montón desor­denado de estos se procedió a la selección de aquellos que pudiesen adaptarse, con la ayu­da de la imaginación, a la hipótesis evolucio­nista; y algunos que no se adaptaban por sí solos, fueron adaptados a la fuerza. Así que apartando los restos fósiles de sus circunstan­cias reales fueron acomodados y rellenados dentro de un supuesto y meramente imagina­rio árbol genealógico, al cual se le conceden por necesidad y obligación cantidades de tiempo imposibles según los hechos observa­bles. Se le atribuye a Cronos la creación, pero Cronos no tiene credenciales. Como an­tes mencionábamos, ni las galaxias pueden darse el lujo de tan exagerados millones. Las órbitas keplerianas, en que la velocidad de­crece desde el centro hasta el exterior, hubie­ran enrollado los brazos espirales de las ga­laxias por rotación diferencial; es conocido que los gases y las estrellas en una galaxia gi­ran en órbitas keplerianas; pero he allí los brazos espirales sin haberse mayormente en­rollado como hubiera de haberlo sido si fue­se verdadero el caso de los tan exagerados millones de años del trabajo de Cronos.

 

Y si nos seguimos acercando más a nuestro propio sistema solar, allí descubri­mos que tampoco el tiempo ha tenido tiem­po suficiente. El efecto Poiting-Robertson demuestra lo relativamente nuevo del sistema solar. Una partícula de roca meteórica de 1 cm. de diámetro y densidad 2,7 a la distan­cia de la tierra al sol caería en espiral en 10.000.000 de años al sol, según el cálculo de Robertson; lo cual significa que si hubie­sen transcurrido 2.000.000.000 de años, toda masa de roca de 2 metros de diámetro hubiera caído al sol por el efecto Poiting-Robertson, limpiando el espacio. Hasta la órbita de nep­tuno estaría limpio el espacio de todo objeto menor de 2mm.1/2 de diámetro. Hasta la or­bita de Júpiter, de objetos menores de 7,5 cm. de diámetro. Esto, por el efecto Poiting­Robertson actuando tal cantidad de anos. Pero ¿cuál es la realidad? existe gran canti­dad todavía de material meteórico en órbita sin completar la caída, el cual por el reflejo del sol produce el fenómeno de la luz zodia­cal. De manera que el sistema solar es más re­ciente de lo que se acostumbraba a pensar. A esto añádense otras pruebas más tomadas de otras observaciones.

 

El tiempo de acumulación de níquel de polvo cósmico indica en la escala miles y no millones de años. ¿Dónde quedaría la brecha necesaria para la supuesta evolución entre el Ramapitecus y el Australopitecus imaginada en 10.000.000 de años?, 14.300.000 toneladas de polvo meteórico se depositan anualmente sobre toda la superficie terrestre, según las investigaciones dirigidas por el geofísico sueco Peterson. En 5.000.000 de años, la mitad apenas de lo atribuido a la brecha entre el R­mapitecus y el Australopitecus, se hubiera formado una capa de 18 metros de espesor so­bre toda la superficie del planeta, incluyendo los océanos, en ausencia de accidentes geoló­gicos. Por la erosión, debiera haber enormes cantidades de níquel meteórico en los océa­nos y en sus sedimentos, pero es raro incluso en rocas terrestres y mucho más raro en los sedimentos oceánicos. Los meteoros contie­nen bastante níquel; igualmente existe en el polvo cósmico que continuamente se deposi­ta sobre la tierra, y que por su descenso len­to no se quema en la atmósfera. Al medirse la cantidad de este níquel existente en los océanos y en sus sedimentos, y al medirse conjuntamente la velocidad en que éste es transportado al agua desde el material me­teórico, resulta el tiempo de acumulación; lo cual también cae en la escala de los miles y no de los millones de años.

Según sus investigaciones, el astrónomo alemán Swimne, y también Lyttleton, esti­man en base a sus cálculos en muy reciente la edad de los cometas por ellos estudiados de nuestro sistema solar. La edad pues del sistema es corta. Swimne no se permite con­cederle a los cometas más de 25.000 años. Lyttleton estima que ningún cometa de pe­riodo corto puede sobrevivir más de 10.000 anos. La mayoría de los astrónomos sostie­nen que los planetas y cometas del sistema solar datan su formación de un mismo perio­do. Estos son los hechos observables.

 

El estudio del contenido de helio en la atmósfera, de su velocidad de exudación de la litosfera, junto a otras indicaciones, permi­te para la atmósfera un máximo de tiempo que cae también en la escala de los miles de años.

 

Recordemos que, según el Dr. Melvin Cook, si la tierra tuviera tal antigüedad como la que se le pretende aplicar al interpretar los fósiles, la presión del petróleo se hubiera di­sipado. Pero la actual presión no indica más de 10.000 años. Si se consideran todos los factores externos, incluso los relojes radiacti­vos dan edades cortas, como ya ha sido de­mostrado.

 

En un esfuerzo internacional de más de 90 universidades y museos, se date) por car­bono 14 a 15.000 restos fósiles. Ninguno pu­do pasar la barrera de los 40.000 años, a pe­sar de los exagerados 300.000.000 que se le atribuían. El carbón antes datado entre 200.000.000 y 300.000.000 de años ahora se date) en simplemente 1.680 años.

 

Loren Eisley desarrolló el método del oxigeno 18 con el que inténtase medir la temperatura de los tiempos antiguos. Por ese método sostiene demostrar que la edad del hielo es muchísimo más reciente. Ahora bien, es a partir de tal edad que los evolucionistas suponen el origen del hombre; y su fe se ci­mienta en restos fósiles, de entre los cuales no se ha encontrado todavía un cráneo con su esqueleto completo del supuesto hombre mono. De manera que la base del argumento es de una fragilidad extremada. Los dibujos artísticos, llamados reconstrucciones cientí­ficas, no son más que imaginaciones deseadas. De hecho, se han "reconstruido" variadas máscaras en base a un mismo pedazo de fósil. La realidad se le suele ocultar al estudiante, el cual ingiere ingenuamente las altisonantes fábulas evolucionistas.

 

Es en honor a ellos que nos detenemos un poco más para examinar la realidad de los fósiles que acomodaticiamente imputan al imaginado árbol genealógico del hombre, la supuesta ascendencia humana.

 

Se comienza por el Propliopitecus. Va­rios de entre los mismos evolucionistas lo clasifican como un simple mono gibón. Solo hay de él unos fragmentos en Egipto, y ya no es hora de pretender seguir asignándole 30.000.000 de años. Además se presenta co­mo más "reciente" que el mimo Ramapitecus hallado en Siwalik, nordeste italiano, seme­jante a un chimpancé pequeño, ágil e inge­nioso como los actuales.

 

De los fragmentos fósiles del Driopitecus hallados en Africa y Eurasia, se dicen ser también más "recientes" que el Ramapitecus, invirtiéndose así la supuesta cadena evolutiva. Pero además, para poder explicar el paso de Propliopitecus a Driopitecus tienen necesidad de imaginar 11.000.000 de años. Después del Driopitecus admiten una Laguna en blanco en el registro fósil de unos supuestos 9.000.000 de años. Y cuán inseguro es todo esto, te­niéndose en cuenta lo antedicho acerca de la cortedad del tiempo y además los accidentes geológicos ocasionados en los eventos del ca­taclismo diluviano, ya fehacientemente comprobado

El Ramapitecus de Siwalik, Italia al nor­deste, es semejante al chimpancé y no es aceptado por varios de entre los mismos evo­lucionistas como perteneciente a la línea del hombre.

El Australopitecus tiene solamente un tercio de la capacidad del hombre moderno. El primero fue descubierto por Ramon A. Dart y su registro fósil está excesivamente distanciado del Ramapitecus del cual se preten­de evolucionó. El evolucionista Le Gross Ckark afirma que no hay ninguna evidencia de que el Australopitecus poseyera atributos especiales asociados al hombre, y por lo tanto usa con reservas la palabra "homo" para el Australopitecus.

 

Las supuestas evidencias de use del fuego presentadas por Ramon A, Dart no sopor­taron el análisis critico. Oakley y Washburn concluyeron que los huesos de Australopite­cus en las cavernas eran restos de devorados por carnívoros y hienas. También el evolu­cionista R.L.Lehrman dice del Australopite­cus no ser "homo" sino igual a cualquier an­tropoide. Lo mismo dice Ashley Montagh. J. T. Robinson halló en Sterfonten, Africa del sur, 58 artefactos de piedra perfectamente atribuibles al hombre en las mismas acumula­ciones donde se hallo el Australopitecus; de manera que tampoco en este caso se presenta lógica y eslabonada la cadena. El hombre en estratos del Australopitecus descalifica a este como su remoto antecesor.

 

El Zinjantropus o supuesto homo-habi­lis, imaginado hombre primitivo del Africa, fue hallado por L. 0. Leakey. El Dr, Robin­son lo clasificó como simple Australopitecus. Se trataba de un cráneo. En 1.959 fue some­tido a distintos métodos para calcular el tiempo, dando diferentes edades. Huesos de mamíferos hallados en el mismo sitio donde Leakey hallo su cráneo no tenían más de 10.000 años según el carbono 14. Huesos del valle del Omo, Etiopia, que se decían más antiguos al hallado por Leakey no pasa­ron por carbono 14 la barrera de los 15.000 arios. En 1.972 Leakey admitió que el crá­neo era el de un mono. El profesor de ingeniería nuclear, Dr. Whitelaw, aseguró que el "homo-habilis cascanueces" tenía menos de 7.000 años. ,Como entonces atribuirlo a la supuesta ascendencia humana?.

Hace entonces su ostentosa aparición el hombre de Piltdown en el eslabón ascenden­te del supuesto árbol genealógico. Los regis­tros fósiles fueron hallados en 1.912 por Charles Dawson y Arthur Kaith en Piltdown, Inglaterra. Se dijo descubrir un hombre-mo­no. Arthur Woodward y Teillard de Chardin fueron a colaborar con el trabajo. Fue "re­construido" a partir de un cráneo, una quija­da y algunos dientes. Estuvo Exhibido 14 años en el museo británico engañando a los ilus­trados que creían sin examinar; hasta que en 1.953 John Wimer y Samuel Oakley exami­nando minuciosamente hallaron que el tal cráneo era de un hombre moderno, y la qui­jada de un mono gorila moderno tratada con bicromato de potasio y sal de hierro para darle aspecto fosilizado. Los dientes habían sido limados para darle semejanza a los de un mono. Y de seguro que esta no es la única vez en que el ojo del científico es engañado.

 

En 1.922 se hallo y "reconstruyó" el Hesperopitecus conocido también como el hombre de Nebrasca. Su "reconstrucción" resultó partir de un diente de pecarí, especie de chancho.

Del supuesto homo-erectus inclúyense del registro fósil al Pithecantropus, al hombre de Java, al hombre de Pekín y al hombre de Calais, Tanganika, a quienes la enciclope­dia americana considera simples antropoides o quizás un tipo de hombre inferior. Los fósiles de Hungría, el hombre de Swascombe y el hombre de Kanjera, Africa, son también clasificados como supuestamente homo-erec­tus. El hombre de Java o Pitecantropus es uno de los más apreciados por los evolucionistas, y uno de los registros fósiles en que más con­fían y hasta se glorían. El cirujano holandés E. Dubois causó sensación al anunciar su des­cubrimiento en Sundra, Indonesia. Se trata­ba de cinco fragmentos fósiles: Según algu­nos, una parte superior de cráneo de gibón gigante, un hueso y un diente. Otro grupo de paleontólogos alemanes le declararon ser al Pitecantropus un simple hombre. Dubois mismo admitió que los restos, a los que lue­go había añadido un sexto fragmento, parte de quijada inferior hallada en otra parte de la isla en el mismo estrato, no eran de un hom­bre-mono sino que los había hallado distan­tes entre sí. Los primeros fragmentos hasta a 20 pasos de distancia, y había hallado tam­bién restos de hombres modernos en el mis­mo Lugar. Del hombre de Pekín han desapa­recido las evidencias. Scientific American `66 informa del hallazgo de los restos de po­blación de hombres modernos contemporáneos del "homo-erectus" entre los fósiles de Hungría. A.M. Winchester sostiene de restos en Europa del hombre de Swascombe ser contemporáneos del hombre normal. Lo mis­mo se dice del hombre de Kanjera, Africa. De manera que estos supuestos homo-erectus o pre-Neanderthales eran tempranos ejemplos de homo-sapiens normal según se deduce también de los fragmentos de Swascombe, Inglaterra, y Steinhein, Alemania. El fuerte de Java se hallo junto con las calaveras moder­nas de Wadjak en área volcánica de no más de 500 alms, como lo demostró la expedición de Frau Selenka en 1.907.

 

El hombre de Heidelberg fue simple­mente "reconstruido" a partir de un hueso de quijada que se aceptó como humano. ¿Cómo sostenerse en tales conjeturas?.

El hombre de Rhodesia fue examinado en el esfuerzo internacional a que hicimos mención anteriormente, y el examen por car­bono 14 no le asigna más de 9.000 años. Menos le fue asignado a los huesos de Tha­mesville y Catham, Ontario, Canadá.

 

Anteriormente los evolucionistas po­nían al hombre como descendiente directo del hombre de Java, Pekín, Neanderthal y Rhodesia; los evolucionistas modernos afirman que no; que el hombre no está en la línea de los tales. Y es que se han halla­do fósiles de hombres de tipo moderno en los mismos estratos y aim en estratos más "tempranos" que el de los fósiles "prehistó­ricos" de Java, Rhodesia y Neanderthal. Del hombre de Neanderthal, el Dr. A.T.E. Cave sostuvo en un congreso internacional de zoo­logía en 1.958 que al examinar el esqueleto del Neanderthal hallado en Francia resultó ser el de un anciano artrítico. En el esfuerzo internacional mencionado se le aplicó carbo­no 14 y no paso la barrera de los 40.000 alms; otros no pasaron la barrera de los 32.000 años. A un molusco vivo se le aplicó carbono 14 y pudo datarse su "muerte" ha­cia 3.000 años. ¿Cómo fiarse de tales cosas y exageraciones?. También la revista Harper's reconoce al Neanderthal como artrítico, y no doblados, brutales y mal desarrollados co­mo se decía. El Times magazines del 19 de marzo de 1.961 dio la capacidad del Neanderthal en 1.625 cm.3, mayor que el hom­bre promedio normal. La enciclopedia mun­dial del '66 lo describe como completamen­te humano, plenamente erecto y muscular, de cerebro igual al hombre común. El de Pekín y el de Neanderthal, segúnm I. Lissmer y T.D.Stewart, eran de rasgos faciales seme­jantes a los nuestros. El Neanderthal es contemporáneo del Cro-magnon, hombres europeos superiores al hombre moderno en estatura y capacidad cerebral. También los boscopoides del Africa del sur, que según Eiseley no pueden tener más de 10.000 años, reflejan características, según J. Jauncey, superiores al hombre mo­derno. ¿Cómo puede entonces suponerse que el hombre evolucionó de ellos?.

Hemos seguido los eslabones fundamen­tales del supuesto árbol genealógico de la as­cendencia que imaginadamente se le imputa al hombre. Tal árbol genealógico supuesto está hecho trizas. Le da forma solo el deseo y la imaginación. No ha habido tiempo para su evolución y los supuestos antepasados no son mas que conjeturas forzadas. El hombre aparece claramente como una creación espe­cial.

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