MARIA CIRUELAS

DE LAS CIRUELAS EXQUISITAS

 


Se llama María Ciruelas,

María Ciruelas de las ciruelas exquisitas.

A ella me la dio mi Padre desde el cielo;

me la dio como esposa

y me sanó en el cuerpo.

 

Yo la conocía desde los sueños del mito,

y me la dio mi Padre

y me sanó en el cuerpo.

 

María Ciruelas

de las ciruelas exquisitas,

dulce amada mía,

fervor de mi ternura.

Tantas ternuras muertas

perdidas con los años;

tantos cantos de amor

ahogados en la nada.

Caída de los tiempos

maduros que se pasan,

sonido de las flautas,

alabanzas que demoran su voz

al Dios Altísimo,

porque faltaba abrir la boca,

porque faltaba derramar el alma.

Pero me escuchó en los cielos,

sentado,

desde el Trono;

y me la dio mi Padre,

Su regalo de tierra,

Su natural regalo,

espejo de mis cantos

y son de mis tonadas.

 

Maria Ciruelas

de las ciruelas exquisitas,

esposa de mi alma

y esposa de mi cuerpo;

regalo de mi Padre

conque me enmaridó.

Elevo mi alabanza


como hombre de los campos;

me inclino enteramente

en mi agradecimiento,

y le presento a mi amada,

regalo de mi Padre,

para que Él la ame más que yo;

para que yo la ame

con un amor prestado

desde Sus tesoros.

 

Padre,

prometo amarla

con el amor que me des.

 

Descargo en Ti mi falta,

me siento en Tu verdor,

Eterna primavera,

Dios de amor.


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Gino Iafrancesco V., 1972, Salta, Argentina.

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