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PALABRAS DE UNO QUE NACE Padre, nada tuviera yo si Tú no me lo hubieras dado. Y me das a manos llenas, pero yo desparramo. Perdóname conforme a Tu misericordia y dame hoy una oración de arrepentimiento y acción de gracias. Haz que Cristo se levante en mi. Tanto me has amado, ¡Oh! Padre; y sinembargo yo sigo escuchando otros sonidos. Y es la vanidad la que me enlaza y la envidia de Destrúyeme, ¡Oh! Padre, para que nazca nuevo. ¡Límpiame! así como lo prometiste; como nos prometiste a todos. Cristo, amado mio, eres mi amigo. LLévate de mi esta vergüenza para que yo te confiese y reciba lo tuyo. Mi traición ¡bórrala!. Esta mi traición ¡desarráigala!. LLéname de Tú Espíritu para que ya no tema. ¡Ayúdame a escogerte definitívamente! ¡Ayúdame a rendirme a Tí! ¡Ayúdame a humillarme y a arrepentirme! porque terco y orgulloso soy; porque no doblo mi cerviz ante Ti. ¡Ayúdame a ser tuyo! porque eres mi amigo. Mi amigo, ¡oh! Cristo, porque me declaras las cosas del Padre; porque te entregaste a la muerte cuando era yo el condenado. Es tanta mi bajeza que hasta de arrepentirme me avergüenzo ante el mundo. Pero confío en Tí. ¡Sumérgeme! ¡Desgárrame! ¡Vénceme! porque tus armas son el amor y el perdón; y la corona de Tu victoria darás al vencido, porque has amado a los que desgarraste, a los que negaste al mundo; y entonces, al negarles, les afirmaste más y para siempre. ¿Cuándo encontraría un amigo como Tú? ¿Cuándo hallaría un amor como el Tuyo? porque tienes el amor del Padre. Y ahora que lo escribo en las tinieblas, te pido que me ayudes a pedirte que lo diga yo a la luz; porque por mi mismo, ni siquiera pedirte soy capaz. Ven, llámame, enséñame a pronunciar ¡Abba!, como la madre al niño. Amigo, no me abandones; haz que diga: ¡oh! Cristo mio, Santo mio, amor mio, amigo insustituible, te pido que algún dia esto que escribo en tinieblas lo diga yo a la luz para construir en otros la lámpara que no se apaga, la fuente que calma toda sed. Si ya sé que tan solo hay salvación en Tí, ¿por qué me escondo? Si ya sé que me darás lo que te pida, ¿por qué no pido? Si ya sé que has de limpiarme, ¿por qué no me presento a Ti con mi inmundicia? ¿acaso, Señor, vas a dejar que escoja las tinieblas y la muerte? porque dias hay en que prefiero descansar de todo y volver a la nada. Pero yo sé, Señor, también que no soy yo quien lo prefiere, porque yo vengo de Ti, porque mi espíritu lo alentó Tu Ser; y la luz cuando viene quiere alumbrar en vez de obscurecer; el fuego cuando viene quiere abrasar; no helar ni detenerse. Por eso sé, Señor, que no soy yo quien clamo por la nada eterna. Mas acontece que al no ser, ya no tendría que darme cuenta de haber andado mal; y entonces no me avergonzaría al creer que no sería condenado a ser en condenación. Pero al alejarme de Tu luz y Tu limpieza y Tu perdón, y al lanzarme en busca de la nada, entonces empiezo a ser en condenación; es decir, lo que temía. Por eso ahora te pido que me permitas escogerte definitívamente; que me permitas sentir la elección que hiciste de mi antes de que yo fuese, antes de derramar Tu luz y fuese yo como una chispa de Tu llama. Porque siempre fuiste llama y siempre estuvo contigo el conocimiento de las chispas que nacerían de Tu llama. Pero, ¿cuándo sabrá la chispa que su madre es la llama, si la llama no se enciende toda en la chispa y le enseña el camino de expandirse hasta abarcarlo todo? Gracias te doy porque me has enseñado; porque amando la llama a cada chispa y dándole su nuevo ser, le indica que al amar la chispa y darse totalmente descubrirá el fuego del amor que nunca ha de apagarse; la fuente que nunca ha de agotarse. Gracias, Señor, porque ya sé que tan solo me resta aceptar Tu amor y Tu enseñanza; y entonces lograré por fin la meta del camino. Gracias, Señor, porque aprendí de Ti que amando totalmente, por intermedio Tuyo, totalmernte soy. ------- Gino Iafrancesco V., 1972, Salta, Argentina. |
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