CAPITULO 7

 

RELACION HISTORICO - MITOLOGAL

 

 

El Dios único y Verdadero, Yahveh Elohim, creó el cielo y la tierra. Este es el re­gistro inspirado de las Sagradas Escrituras he­breas; creencia corroborada además en cierta forma por la historia profana apoyada por la arqueología, la cual ha mostrado la subya­cencia de un Dios supremo en los antiguos misterios. Es el comienzo monoteísta de la historia. Aparte de los documentos inspira­dos y mosaicos del Génesis, historiadores y arqueólogos modernos tales como S. Lang­dom, Mallet, F. Petrie, Sayce, Wilkinson, Al­bright, demuestran basados en los documen­tos antiguos que la religión original y natural fue monoteísta. También historiadores anti­guos tales como Higinus, declaran que en un principio, antes de la hermenéutica de Cush, hijo de Cam, los hombres vivían sin ciuda­des, ni leyes y hablando un mismo idioma, hasta la distribución de las naciones por di­vergencias lingüísticas; reminiscencia de Ba­bel. La antropología moderna reconoce la creencia universal en un Dios supremo de las razas primitivas. La representación de las emanaciones del Dios supremos fue personi­ficada y luego apartada en cierto modo de él. Se dio así lugar poco a poco al politeísmo animista, al cual se unió la deificación mítica de los antepasados y fundadores. Se fue con­formando entonces así una galena de héroes que llegaron a ser titanes, especialmente en Grecia y luego Roma, cuyas figuras fueron entremezclándose entre si y atribuyéndose a unos y otros las cualidades de los demás.

 

La mentira de la serpiente sobrevivió al diluvio y quiso presentarse como la verdad original. El arte de escribir era ya una reali­dad en los tiempos antediluvianos. Cuando Dios puso señal en Caín demostró que era in­herente en la naturaleza humana la capaci­dad de descifrar. Han sido las tradiciones ju­días y árabes las que han atribuido a Enoc la paternidad de la escritura. Assur-Banipal, el famoso bibliófilo asirio antiguo, mencionó "escritos anteriores al diluvio". Beroso tam­bién registra la tradición del entierro de los documentos escritos en tablillas antes del di­luvio y desenterrados después. Wolley, Smith y Langdon han hallado tablillas pictográficas y sellos que llamaron antidiluvianos en Ur, Fara, y Kish, respectivamente. Sin embargo, la geología de modelo catastrofista presenta evidencias diluvianas muchísimo más convin­centes. El modelo actualista se ha quedado corto para explicar los fenómenos de la cor­teza terrestre y del fondo submarino.

 

El monoteísmo fue la religión universal primigenia de la cual obtúvose la idea de un Dios supremo que con el tiempo llegó a ser hecho el padre de los dioses, emanaciones primero y personificados luegos en mezcla con los héroes legendarios. Cush, el hijo de Cam, padre de Nimrod es el personaje histórico que aparece como responsable de la per­versión religiosa original a partir del diluvio. Es el quien aparece como intérprete y ense­ñador de la mentira encubierta de la serpien­te, tergiversando así el entendimiento origi­nal de los descendientes de los sobrevivientes del diluvio. Hermes, que significa hijo de Cam, es el mismo Bel fundador de Babilonia, el intérprete de los dioses. Después fue lla­mado Mercurio, confundido luego con el ti­tán Hiperión y con Jano, a quien se le repre­sentaba desparramando las naciones y con dos caras. En su honor se nominó al primer mes del ario como enero, puesto que él era el supuesto padre de los dioses. Sus hazañas fueron mitificadas y él y sus descendientes fueron deificados. A él se le atribuye, pues, el encausamiento original de la corriente her­mética o esotérica que alimentó la tradición ofita, gnóstica, templaria y rosacruz-masónica especialmente de los grados elevados y de rito paladio como el luciferiano de los ilu­minati entre los grandes druidas. Sin embar­go, no pueden atribuirse en justicia a este Hermes-Cush, hijo de Cam, los libros de Her­mes trismegisto: Poimandres, Asclepios, el li­bro sagrado de la virtud del mundo, y los frag­mentos a Tat y de Isis, Afrodita, y de las dis­gresiones. Un estudio de aquellos revela más bien la mano de un falsario alejandrino de la época de Constantino que toma el nombre esotérico de Hermes para conjugar su propio eclepticismo, mezclando ideas pervertidas del Génesis y Job con el platonismo griego de Plotino y la nomenclatura egipcia. Incluso su teología es, respecto del Verbo, de ten­dencia arriana. Vemos pues en Hermes tris­megisto la sutil mentira de la serpiente que arrastra al panteísmo que ya se vela en la Cá­bala y en el Bagavad Ghita, con lo cual el po­liteísmo justificaba su idolatría y se reenfo­caba alrededor de la serpiente.

Nimrod o Ninus, hijo de Hermes - Cush, estableció Babilonia y la religión pervertida de su padre. Los caldeos compartieron la ciencia y las matemáticas con Egipto. Egipto lo paso a Grecia, pues aquellas eran patrimo­nio de la religión. Testimonio de tal inter­cambio son Herodoto, Plutarco, Diodoro, Porfirio, Jámblico, Proclos; este Ultimo sos­tenía que Pitágoras había recibido la iniciaación en los misterios órficos de manos de Aglaofamos quien de Egipto poseía en Gre­cia las tradiciones traídas por Orfeo. Solón recibe la tradición de la Atlántida de manos de un sacerdote egipcio. El mismo Platón utiliza a Tot. Porfirio tenia correspondencia con Anebo. Los misterios órficos, la metem­psicosis, las matemáticas, el alfabeto jeroglífico y otras cosas eran trasfondo común de egipcios, griegos, indios y celtas. La religión de Babilonia Hegel a ser entonces la madre de los distintos sistemas de mitología, la boca de león. Ella fue sin embargo la mujer forni­caria que traicionó al esposo Dios verda­dero. Abandonó al Creador. Semitas y cami­tas, por motivos relacionados, estuvieron enemistados.

Ramas jafetitas y camitas emigraron al lejano oriente fundiendo sus corrientes. Los camitas señorearon en el sureste y suroeste; los jafetitas en el noreste y noroeste, y los se­mitas en el medio oriente. La filología ha descubierto similitud lingüística entre los pueblos asiáticos y los americanos precolom­binos. El lejano oriente y los esquimales son parientes. Las tradiciones antiguas de estos pueblos revelan que la mezcla jafetita-camita descendió sobre la América precolombina, principalmente desde el norte emigrando ha­cia el sur, y hermanando las civilizaciones de Egipto, la India, la China con las aztecas, mayas e incas. Desde América del sur se emi­gró a través del Océano Pacífico a las islas del sur y la Polinesia, en la legendaria trave­sía de Kon Tiki. Jafet, pues, predominó en Europa y Cam en Africa. Sem en la parte central de la tierra. El Dios verdadero, Yahveh Elohim, iría malentediéndose poco a poco por instigación de la serpiente y sus hijos, principalmente por la religion ofita que se asentó primero en Egipto, Etiopía y resto de Africa.

La primera dilusión fue hacia un simple y mero dios supremo, que era Amón en alto Egipto, Assur entre los asirios, Brahma entre los hindúes, Pijetao entre los zapotecas, Hu­nab-ku entre los mayas, Chuminigagua entre los chibchas, Atacuju Huiracocha entre los incas. Amón llegó a ser luego identificado con la serpiente y llegó a ser Nef en Tebas y Etiopia, y la serpiente emplumada Quetzal­coatl entre los aztecas, el cual era el Kukul­cán de los mayas. Así la serpiente se hizo adorar cual creador de hombres y dios de la vida, del firmamento y la agricultura. De la misma manera había sido personificado en Nimrod o Ninus y también en su padre, sien­do el trasfondo de Marduk o Merodach en­tre los babilonios, que era a su vez el mismo Zeus, Júpiter o Jove entre griegos y romanos, y Pachacamac entre los incas. Este no era más que el anterior Bel, Baal de babilonios, caldeos y fenicios. Por eso fue el Huiracocha inca el que castigó a los hombres con un di­luvio, según su versión; de lo cual había claro está otras semejantes relacionando el evento entre la generalidad de las mitologías. Todo ello no es otra cosa que huella de la historia verídica diluviana, en la que aparece el Noé histórico, hecho Xixutro en la epopeya de Gilgamesh, o Deucalión y Pirra sobrevivientes entre los griegos, y parientes de Prometeo, hijo de Japeto, nombre relacionado al Jafet noemita, del cual descendió el histórico Ja­ván padre de Grecia, mitificado en Heleno de los helenos y hecho titán con Océano, Palan­te y Estigia relacionados a las aguas. Noé fue también el Noh de los hotentotes de Sudáfri­ca y el Nu-u de Hawai, de quien reconocen descender los primeros y de quien la familia se salvo en el diluvio, según los segundos.

 

La noción del Dios verdadero fue pues pervertida a la de un mero dios supremo, el padre silente e invisible. Originalmente se creyó conforme a la verdad que tal Dios su­premo creó todas las cosas por la palabra; en­tonces el tema cosmogónico tendría lógica­mente que tratar también con el concepto de verbo, lo que también llegó a pervertirse al convertir las emanaciones en dioses de los oráculos y la elocuencia, identificados con el sol, primero allí representado, pero luego allí adorado haciendo al mismo sol un dios de gran importancia. Entonces se aceptó a la luna como hermana del sol, adorada luego como diosa, esposa y madre, reina del cielo . . . Del Dios trascendente se paso a un dios meramente inmanente convirtiendo al todo creado en dios: panteísmo. Este dios panteís­ta se aceptó entonces manifiesto en la crea­ción y adorado en los astros, en los héroes y en los animales. Pero además había una antigua promesa que era necesario acomodar. Dios había prometido verdaderamente a los hom­bres, según el proto-evangélico pasaje de Gé­nesis 3:15, una simiente redentora. La mito­logía misma había conservado rasgos del principio histórico feliz y de la caida. Esto lo demuestran las tablillas de barro de Ashur, Babilonia, Nínive y Nippur, las cuales hacen referencia a los hechos históricos. En medio de mitos deformados se yen huellas de la ver­dad auténtica. Tenemos por ejemplo expre­siones tan comunes y básicas tales como: "en el principio", "abismo primitivo", "caos de aguas", "expansión de arriba y abajo", "establecieron los cielos y la tierra", "for­mando las cosas", "ordenaron las estrellas", "hicieron crecer la hierba verde", "las bestias del campo, y el ganado y todo animal vivien­te", "formaron al hombre del polvo de la tie­rra", "fueron hechos seres vivientes", varón y mujer juntos vivieron", "compañeros eran", "en el huerto era su habitación", "ropas no conocían", "cesar de todo negocio se ordenaba", "día santo", etc. Todo esto muestra el rastro de la verdad de una historia necesaria, en medio de la mitología tejida a su alrededor.

 

Cuando murió Nimrod, su esposa Semi­ramis lo deificó. La comunicación animista y espirita era una práctica antigua, incluso antidiluviana. Ella llamó entonces a Nimrod "la simiente prometida". Con el tiempo llegó ella misma a ser su esposa-madre, siendo así deificada y hecha reina del cielo. Fue el ori­gen de la famosa dupla del hijo-esposo y la esposa-madre que se halla en tantas mitolo­gías y que se mezcla, como dijimos, con prácticas animistas ya de data antidiluviana, cuando los hombres tenían comercio con los demonios hasta el punto de la prostitución sagrada, que volvió a estar en apogeo entre los cananeos. Canaán era hermano de Cush. La tradición recogida en el libro de Enoc re­cuerda que Semyaza, jefe de Angeles, dirigió a éstos a tomar mujeres. Estos les enseñaron los encantamientos, el arte de cortar raíces y la ciencia de los árboles; es decir, la curande­ría que posteriormente derivó en la farmacia. Azrael enseñó a los hombres a fabricar armas y también el arte de los metales y de embe­llecerse con ellos adornándose, también pin­tándose, especialmente alrededor de los pár­pados con antimonio; les enseñó asimismo acerca de las piedras preciosas. Armaros en­señó como deshacer los hechizos. Baraquiel y Tamiel enseñaron la astrología. Kokabiel la interpretación de los presagios. Vemos pues que ya antes del diluvio los demonios in­tervenían en la historia de los hombres con quienes tenían trato a través de la magia. Por eso es que aparecen en los mitos dioses te­niendo hijos con reyes, y familias reales em­parentadas con los dioses. También nos re­cuerda la historia de los Nefilim. Quienes ejercían la magia, ayer como hoy, tenían el poder del mundo. Reyes, reinas y princesas eran asociadas a la familia de los espíritus. De allí que también "Babel" signifique ade­más de confusión "la puerta de un dios" (bab-il). Los demonios aprovecharon tam­bién la veneración de los antepasados, mime­tizándose allí en el culto de los héroes. Estos fueron entonces también divinizados y pues­tos en la galería de la magia. Comerciaban "dioses" y hombres y recrudeció la noche del politeísmo dinamizado por un demonis­mo que ya encuentra par en nuestra época, similar a la de los días de Noé. Adoráronse entonces las creaturas en vez del Creador. La serpiente satánica había logrado mucho de su propósito, revelado por el Espíritu de pro­fecía a través de Isaías y Ezequiel antes y du­rante la Babilonia de Nabucodonosor. La ser­piente apartaba tras si a la humanidad, ale­jándola del Dios verdadero.

 

La promesa de la simiente redentora fue plagiada también. Tenemos por ejemplo el caso de la Trimurti hindú. El dios supremo ahora llamado Brahma entre los hindúes tu­vo su primera emanación Brahman. La se­gunda persona de la Trimurti fue Vishnú con sus diez avatares o encarnaciones de las cua­les las más conocidas son la séptima rama, y la octava, Khrisna. El verbo fue pues conver­tido en hijo de los dioses, dios de los orácu­los, representado por el sol, según ya men­cionábamos, y así adorado. Cuando los hom­bres, como consecuencia de la panteización y el espiritismo, se elevaron a la categoría de dioses, aparecieron entonces multitud de te­mas mitologales relacionando las figuras del sol, el fuego y la fertilidad, con los héroes. Nino fue el Marduk o Merodach en Babilo­nia, y el Osiris en Egipto, fundador de Tebas y civilizador. No olvidemos que Nimrod o Nino fue el primer poderoso en la tierra. Fue pues Mazda u Ormuz en Persia, con su hijo Mitra, llamado también así el sol

Tambien llamado Sury, esposo de Aurora. El mismo Ra en Egipto, Sha-mash en Asiria, Tamuz en Babilonia, Apolo y Feho entre griegos y romanos respectivamente, Beleno entre galos, Baldier entre nórdicos, Copicha entre zapotecas, Kinichagua entre mayas, Bochica entre chibchas, Inti entre los incas. Beleno fue el mismo Helios. Este fue pues el mismo personaje-sol entronizado nacido en los albores de Babel.

 

El dios sol fue también relacionado al fuego y llamado Ftah en la trinidad egipcia. Fue el mismo Logi nórdico, Nina incaico y Huhxeteotl de los teotihacanos. Igualmente fue relacionado a los orácu­los y así se le llamó entonces Apolo, Febo, Helios, Esus (galo), Bragi (nórdico), Catequil (inca). Se le relacionó también al trueno y la fuerza, y entonces fue llamado Odín entre los nórdicos con sus descendientes Donar, Thor, tor. Este Odín fue también dios de la guerra. El dios trueno incaico fue Illapa y el guaraní Tupá.

Se asociaban, pues, las ideas de un dios supremo a la de su emanación, y ésta repre­sentada como personificación en el sol y allí adorada; entonces como dios oracular, del fuego, el calor, la fuerza y la guerra. Al de­sembocar en la guerra, brotan multitud de formas relacionadas ahora no solo con el sol, sino también con sus planetas, especialmente Marte, el cual es Mivorte, relacionado a la guerra. Es el mismo Huitzilopochtl de los az­tecas del sur, Ekahau de los mayas, Epuna­mun de los araucanos y Ancayoc inca.

 

El Huitzilopochtl de los aztecas sureños, por ejemplo, no solo se asocia a la guerra sino también al cielo diurno. Por lo tanto vemos la asociación entre la guerra y el mismo sol, lo cual veladamente deja entrever al que está entre bambalinas. La guerra y el sol se asocian también en Odín y los ases nórdicos. Este Odín es también Wodín y Wotán. Entre los griegos tenemos a Ares y entonces Eris, cortejo de Marte. Quirino es entre los roma­nos el preparador de la guerra y el mismo Cá­mulo entre los galos; es Karkikeya, hijo de Siva. No solo dioses, sino también diosas tuvo la guerra; tales como Discordia entre los griegos.

 

Los dioses tenían sus esposas y hermanas y esa es la razón por la que también la guerra tuvo sus diosas. Allí tenemos pues a Ishtar, esposa de Marduk que es Friga, esposa de Odín, y Belona, hermana de Marte, entre los romanos. La guerra, obviamente, debido a la estrategia y a la disciplina llegó a asociarse con las artes y la sabiduría, con el rayo y hasta con el mismo cielo. Tenemos ejemplos en Indra de los hindúes y en Minerva que es la misma Palas o Atenea greco-romana.

 

Cuántos sustitutos de Dios fue presen­tando Satanás. Su intención anticristo ya se ve en su tergiversación de la promesa edénica acerca de la simiente de la mujer. La palabra divina decía: "La simiente de la mujer herirá en la cabeza a la serpiente". Esta, entonces, tenia que defenderse haciéndose pasar por la mujer. En muchos casos apareció mitad mujer, mitad serpiente, como es el caso de Equidna y la Cihuacoatl de los aztecas.

La reina Semiramis, esposa de Nimrod, llegó entonces a usurpar el papel de la mujer, deificada luego como la reina del cielo. Ella fue la Isis de los asirios y egipcios también como Ishtar. Que es la misma Astarté de los fenicios y Athor egipcia. En Grecia es Afro­dita y entre los romanos Venus; entre los nórdicos es Iduna y entre los mayas Ixazalu­ca. Es la misma Bachué entre los chibchas y Quilla entre los Incas.

 

Como tal llegó a ser identificada como la hermana del sol y como su esposa, diosa de la luz. La Hathor egipcia equivale pues a la Anaitis de los persas y armenios, a la Ama­terasu del Japón, a Belisana entre los galos, a Coyolzauqui de los aztecas y a Ixchel entre los mayas. Siendo identificada con la luna fue pues la diosa Luna que es la misma he­chicera Hécate, llamada también Febe, Sele­ne, Diana, Artemisa y Chía de los chibchas.

 

Vemos, pues en las bases de todas estas mitologías un parentesco asombroso que se debe obviamente al pasado histórico común de los pueblos que fueron emigrando a lo largo y ancho de la tierra a partir de la Meso­potamia, cuna de la civilización. El tema cen­tral de la dupla hijo-esposo y esposa-madre se derivó como perversión de aquella profe­cía divina registrada también en el Génesis bíblico donde Dios le promete a Adán una simiente de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente. La familia camita y en espe­cial Cush y su hijo Nimrod, con su esposa Semiramis, los primeros poderosos de la tie­rra, cazadores y guerreros, son quienes apa­recen como la influencia principal en la des­viación de la revelación original y monoteísta.

 

Quizás la madre de Cush, esposa de Cam, sobreviviente del diluvio, influenció en su hijo poniéndolo en contacto con la inter­pretación cainita y ofita antediluviana. No olvidemos tampoco la curiosa noticia de la supervivencia y desentierro de tablillas de que nos hablan Asur-Banipal y Beroso. Caín ha sido el héroe ofita y antes que él su dios ­serpiente quien pretendió abrir los ojos de los hombres con el conocimiento del bien y del mal para hacerlos dioses.

 

No obstante la perversión, el monoteís­mo de Seth, Enoc y Noé, padre de Sem, rea­vivado y conservado desde Abraham, se abrió paso de nuevo en especial a través de Israel y principalmente mediante la divina in­tervención por los profetas hebreos. De allí nos llega la buena nueva. A ellos fueron con­fiadas las sagradas escrituras. A alguien debían de haberle sido confiadas y fue a este rema­nente. El mismo grueso de Israel cayó de nue­vo en la idolatría por lo cual fue llevado cauti­vo a Babilonia donde se definieron los espíritus. Unos, el remanente de Judá, retornó a Je­rusalén aferrado, ahora sí de una vez por to­das, a la revelación original; otros derivaron en la herejía y eclecticismo dando lugar a la Cábala, especie de plagio de las teogonías del paganismo circundante. La misma teogonía caldea había reverdecido con los neoplatóni­cos y casi sienta de nuevo sus reales en los tiempos de Juliano el apóstata. La teurgia de los oráculos caldeos fue conservada por Jám­blico. El Sefer Yetseirá, primera parte de la Cábala, influyó a su vez a los griegos, a los gnósticos y a los sufíes. Está emparentada al Talmud, como lo reconoce el rabino Loeb. La "Gran exposición" de Simón el mago, y el código nazareno, son también influencia­dos por la Cábala. Esta paso pues al gnosti­cismo; también a los joanistas y templarios. De allí llega a la masonería que se esconde detrás del socialismo y es manejada desde la logia del Gran Oriente bajo el B'nai B'rith, que reúne las internacionales judaicas a la ca­beza de lo cual se halla la dinastía Rothschild desde el siglo pasado. Aun el mismo nazismo esotérico, mediante la orden de Thule ha es­tado ligado a la Aurora Dorada, que es el co­vent privado de la Dinastía Rothschild, la cual es el tribunal supremo de la sociedad lu­ciferiana de los iluminati, según testimonio del ex-druída Lance Collins, y cuyo propósi­to es la entronización del Anticristo.

 

A pesar de todo, la providencia divina proveyó para que el cumplimiento auténtico de su promesa se diese en Jesucristo, quien con su resurrección histórica venció a la muerte aplastando el imperio de la serpiente. La serpiente ha sido aplastada en la cabeza. La Simiente de la Mujer, el hijo de la Virgen, Emanuel, recibió en la Cruz su herida en el calcañar, con lo cual nos redimió pagando el precio de nuestros pecados y sufriendo el castigo por nosotros y a nuestro favor. Es la hora cuando la autentica Jerusalén de Dios se levanta para desplazar a Babilonia. Esta que se levantaba de la tierra para desafiar al cielo es condenada a la ruina y a la desola­ción. Pero aquella que desciende de lo Alto, cuyo Arquitecto y Constructor es Dios, pre­para su asiento como capital universal sobre el Monte de Sión.

 

De Jesucristo brota un cristianismo pu­ro, dinámico, evangélico y apostólico que se conserva por el Espíritu, a través de la histo­ria, mediante el remanente de los mártires. Este desenmascara las artimañas de la ramera babilónica que se disfraza de cristiana, pero fornica con el paganismo y la magia y con los poderes del mundo. Ramera que se sienta sobre los estados es esa misma que ha pacta­do con la serpiente. El pacto de los hijos de Ignacio de Loyola y la masonería se inició en 1.925 con Gruber, Berteloot y 0. Lang, K. Reichl y E.Lenof. Hoy existe más de un cen­tenar de altos clerigos romano papistas en las filas de la masonería.

 

Rastreadas la teología liberal y moder­nista y la filosofía existencialista resultan ser también hijas de la misma serpiente. De igual modo acontece con el pseudo-humanismo y el comunismo que Marx recibió por M. Hesse y Levi Baruch a través de la judiomasonería bajo la direction de A. Pike y con el endoso de los Rothschilds. Tambien Trosky y Lennin eran altos grados masónicos. Los prometeos de los últimos tiempos se han expuesto Co­mo cómplices del diablo en motivación. El contenido antimetafísico de cierta filosofía es una creencia de transición que busca una fachada científica para la rebelión luciferia­na. Pero esta transición busca desembocar claramente en la adoración al dios de la ma­sonería de alto grado, Lucifer. Zbigniew Brze­sinski, eminencia gris y entre bambalinas de la elite del mundo, acaudilla sagazmente a la crema y nata del globo hacia la consecución del gobierno mundial de estilo draconiano.

 

¡Pero Jerusalén se ha levantado! ¡Jesu­cristo vuelve! ¡La herencia es de los Santos del Altísimo! ¡Babilonia está sentenciada a la triste ruina y a la desolación! ¡Lucifer, el dios de la masonería cabalística, la boca del león de la bestia apocalíptica, aquel que ali­menta el engaño del mundo con corrientes de implicación ofita para sus intereses hege­mónicos, ha sido aplastado! ;La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado y Su Espíritu de Resurrección nos sustenta para llevar a cabo el propósito divino de poseer al hombre en comunión para ser a su vez por el conocido, contenido, expresado y represen­tado cual familia Jerusalémica que prepara su diafanidad para dar lugar al resplandor de la Gloria de Dios! "Todo aquel que invocare el Nombre del Señor será salvo".

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