Conte

SALMO

 


Recuerdo, Padre mio,

cuando cantaba a la infinita soledad;

cuando lloraba,

debía más bien decir.

Hoy he hallado en Ti

un grandísimo refugio,

un gratísimo refugio;

y Tu compañía

me acompaña todos los dias.

Creo, Señor,

que nunca más volveré a estar solo.

Señor,

¡cuánto te agradezco!

 

¡Señor!, ¡Señor!,

¡como sienten los hombres!

¡qué cosa es el camino!

Sin Ti, Señor, ¡a dónde ir?

Pero Tú nos trajiste

y aquí estamos.

¡Qué distinto es ser Tuyo!

 

¿Qué es lo que ha hecho el hombre de sí?

¿Qué hará consigo mismo?

Señor, ayúdame;

no me dejes flaquear

porque te he escogido a Tí.

Te he escogido, Señor;

¡permítemelo hacer!.

 

¿Por qué no se preguntan

los que te rechazan

por qué no son felices?

Ya sé que existe la felicidad.

Yo he escuchado de Ti.

Tan poco te conozco apenas,

pero ya es suficiente para conocer

que existe la felicidad.

 

Señor,

mientras Tú permanezcas,


el hombre tiene cerca la felicidad.

¡Y sólo Tú permaneces!

 

Que terca y torpe obstinación

de aquellos que no quieren creer,

de aquellos que no quieren ver,

de aquellos que no quieren aceptar

Tu enorme majestad.

 

-------

Gino Iafrancesco V., 1975, Asunción, Paraguay.

 

Hoy habia 3 visitantes (37 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis