![]() |
||
Conte
SALMO Recuerdo, Padre mio, cuando cantaba a la infinita soledad; cuando lloraba, debía más bien decir. Hoy he hallado en Ti un grandísimo refugio, un gratísimo refugio; y Tu compañía me acompaña todos los dias. Creo, Señor, que nunca más volveré a estar solo. Señor, ¡cuánto te agradezco! ¡Señor!, ¡Señor!, ¡como sienten los hombres! ¡qué cosa es el camino! Sin Ti, Señor, ¡a dónde ir? Pero Tú nos trajiste y aquí estamos. ¡Qué distinto es ser Tuyo! ¿Qué es lo que ha hecho el hombre de sí? ¿Qué hará consigo mismo? Señor, ayúdame; no me dejes flaquear porque te he escogido a Tí. Te he escogido, Señor; ¡permítemelo hacer!. ¿Por qué no se preguntan los que te rechazan por qué no son felices? Ya sé que existe la felicidad. Yo he escuchado de Ti. Tan poco te conozco apenas, pero ya es suficiente para conocer que existe la felicidad. Señor, mientras Tú permanezcas, el hombre tiene cerca la felicidad. ¡Y sólo Tú permaneces! Que terca y torpe obstinación de aquellos que no quieren creer, de aquellos que no quieren ver, de aquellos que no quieren aceptar Tu enorme majestad. ------- Gino Iafrancesco V., 1975, Asunción, Paraguay. |
![]() |