![]() |
||
¿Si ves, Señor, que no encuentro una salida? Y sé que existes Tú; pero, y ¿Tú?. ¿Debo desgarrarme acaso para saber que siempre habías estado, y que mil años en Tí, de mi tardanza, no han sido en Tí, y en mi, ya qué, si estoy en Tí? Y sufro para ser; y cuando sea, cual nunca haber sufrido. Y lucho para estar; y cuando esté, olvidaste mi falta, yo, el obstáculo; y al fin, Tu voluntad en mi y yo en Tu voluntad, mi voluntad. ¿Si ves, Señor, que no encuentro una salida? Siempre me estoy haciendo nuevo; y cuando soy ya tengo vida eterna. ¡Que no venga nadie para turbar mi paz! Pero mi paz eres Tú, y Tú vienes con ellos. Y cuando llegan ellos, porque por Tí ellos fueron, mi silencio descubre que yo aquí, ellos allá, y Tú en todos te expandes sin haber un lugar que esté lejos de Tí. Entonces yo me siento en la posesión de Tu amor, y Tu amor, que eres Tú, está en mi y yo amo; y soy el que Tú quieres y soy el que Tú amas y Tú amas Tu amor porque fuera de él no existe nada. Entonces yo amo cuando los amo a ellos, porque mi amor que eres Tú los ha nutrido a ellos; y ellos, al nutrirse de Tí, son Tu amor y en Tí son. Pero Tú eres en mi y por eso yo en ellos. Y Tú y yo, y yo y ellos, somos uno: Tu amor. Y mi amor es Tu amor porque Tú eres en mi. Y cuando eres en mi, yo soy el que soy, el que me dieres; y todo lo tengo porque todo me lo has dado. Y Tú eres el amor que no conoce límite; y todo lo entregas para que seamos; y cuando somos, Tú en nosotros eres y vuelve sobre Tí todo el amor que diste y lo vuelves a dar porque siempre eres Nuevo; y entonces de continuo y por siempre recibes Tu propia Novedad. Y al dárnoslo todo, nosotros por Tí somos. Así verdaderamente has sido el Redentor. ------- Gino Iafrancesco V., 1971, Salta, Argentina. |
![]() |